el evangelio cara a cara. ¿Nos podemos presentar delante de Jehová como el profeta Isaías, listos a comunicar el evangelio a donde y con quienes él quiera por decir: Heme aquí, Señor? ¿O preferimos presentar en oración a Dios algunas de nuestras opciones para el ministerio, considerando el prestigio, los beneficios materiales y la satisfacción personal que nos ofrecen? Temo que si nos guiamos por el último, cerramos los oídos a la urgencia del grito de ciudades enteras que se deslizan a la condenación
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